Os dejo unos maravillosos minutos de delirio junto a Eduardo
Galeno.
El mundo, que está patas
arriba, se pondrá sobre sus pies:
En las calles, los automóviles
serán pisados por los perros.
El aire estará limpio de los
venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que la que emana de los
miedos humanos y de las humanas pasiones.
La gente no será manejada por el
automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el
supermercado, ni será mirada por el televisor.
El televisor dejará de ser el
miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el
lavarropas.
La gente trabajará para vivir, en
lugar de vivir para trabajar.
En ningún país irán presos los
muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar, sino los que quieran
hacerlo.
Los economistas no llamarán nivel
de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de
cosas.
Los cocineros no creerán que a
las langostas les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que
a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a
los pobres les encanta comer promesas.
El mundo ya no estará en guerra
contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más
remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.
Nadie morirá de hambre, porque
nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán
tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados
como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.
La educación no será el
privilegio de quienes puedan pagarla.
La policía no será la maldición
de quienes no puedan comprarla.
La justicia y la libertad,
hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien
pegaditas, espalda contra espalda.
Una mujer, negra, será presidente
de Brasil y otra mujer, negra, será presidente de los Estados Unidos de América. Una
mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú.
En Argentina, las locas de Plaza
de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en
los tiempos de la amnesia obligatoria.
La Santa Madre Iglesia corregirá algunas
erratas de las piedras de Moisés. El sexto mandamiento ordenará:
"Festejarás el cuerpo". El noveno, que desconfía del deseo, lo
declarará sagrado.
La Iglesia también dictará un
undécimo mandamiento, que se le había olvidado al Señor:
"Amarás a la naturaleza, de
la que formas parte".
Todos los penitentes serán
celebrantes, y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día
que no sea vivido como si fuera el primero.”
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